Presentación de 40 Barcos de Guerra
Antología de Poesía y sus Editoriales
Edición Independiente, 2009.
Edición Independiente, 2009.
Por Adriano Rémura
Toda compilación responde directamente a su naturaleza, y no puede evadirla. Todo lo que incluye y excluye responde también a su realidad histórica. Un libro es en sí un concepto, un rigor, un breve universo que entrega el discurso: desde el título hasta la conclusión, y en el caso antológico los criterios, son los que determinarán su carácter.
40 Barcos de Guerra es una antología independiente. Se realizó con el propósito de dar una muestra plural de poesía, beneficiada por diversos criterios. No está de más decir que esta propuesta de antologar, concebida por Adriana Tafoya, es inédita al menos en México. No existe registro en donde 42 proyectos independientes de manera autogestiva, contraria a la mente tradicional, se aventuren a conformar un libro de poesía con 42 ópticas diferentes. La selección se llevó a cabo por cada barco editorial, al incluir cuatro poetas relevantes por su calidad poética o ser representativos de su intensión literaria.
Esta es una antología con nombre de guerra —una guerra moderna como planteaba Carl von Clausewitz(1)— que demuestra que el centralismo es un gran hoyo negro y que no hay elementos para negar el inicio de otra lógica para materializar las cosas. La pretensión fue reunir una flota que avanzara hacia la descentralización y la amplitud de cánones, diera a conocer proyectos poco difundidos en la República y que lograra realizar un reto postergado: la alianza de grupos “marginales”, entendidos como independientes, o viceversa. Cabe acotar que se entiende por independencia, la situación de una colectividad que no está sometida a la autoridad de otra y que goza de libertad y autonomía.
Aquí se consolida un libro referencial y de consulta, tanto de proyectos editoriales como de poetas difíciles de reunir en un mismo espacio, ya que se ubican en diferentes entidades del país, entre ellas, Chihuahua, Sinaloa, Sonora, Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Guerrero, Ciudad de México, Chiapas, San Luis Potosí, Monterrey, Guadalajara, Puebla, Michoacán, Estado de México y zonas conurbadas como Ciudad Nezahualcóyotl, Iztapalapa e Ixtapaluca; y nacidos en distintas décadas, que comprenden desde los años 20 hasta los 90. El criterio de selección no se estableció por generaciones temporales, pues el rango se midió por el quehacer o enfoque de trabajo, es decir, en la voluntad autogestiva que une a los poetas y editores que la componen y dan continuidad, por así decirlo, a “una misma generación”.
En la mayoría de los casos son proyectos con pocos recursos económicos para la producción de largos tirajes e incluso tiros cortos. Sin embargo, a diferencia de lo que se podría creer —pues ha dominado el pensamiento durante varias décadas de que sólo se puede subsistir si se va al centro, con subsidios, aliándose con grupos de poder o cuando la economía del país es favorable y hay dinero en “abundancia” para invertir con tranquilidad en las imprentas— 40 Barcos de Guerra comprueba, que aún en tiempos difíciles (como siempre son en nuestro país) se puede desarrollar un proyecto de gran formato, y banalizar la idea aparente en la ponencia escéptica de Miguel Ángel Flores de 1984(2), donde escribe: “Pero cuando nos enfrentamos a un desastre económico, con elevada inflación y contracción de ingreso, la ‘marginalidad’ entre comillas, de golpe se borra, y la verdadera marginalidad, aquella que se emparenta con el samizdat(3) no surge por ningún lado”. A 25 años del comentario se concreta esta flota, y con su nacimiento constata que no sólo pueden producirse frutos solitarios, sino también invaluables alianzas entre editores y poetas para apoyarse y construir conjuntamente.
Lo anterior, no quiere decir que sea vergonzoso recibir ayuda de becas o subsidios, pero sí evidencia que también es loable producir con recursos propios, porque en general, es fácil dejarse llevar por el remolino que arrastra hacia el centro, en contraposición de la dificultad de alejarse del vórtice para generar una corriente propia.
Como ya se mencionó la antología no obedece a una generación, como se ha hecho regularmente, basada en la cronología de los días y años regulares. En todo caso, la generación que aquí se presenta, es una generación que se distingue por lo que comparte: una actitud en la creación que trastoca la realidad. Se puede decir que el carácter mayoritario de los poetas hila en esa postura. Hay poetas que han militado en movimientos o grupos poéticos y que su trabajo es importante, y al mismo tiempo tampoco han “gestionado” su espacio en el Medio Poético y han preferido hacer la vida desde su página de trabajo. Entre ellos Leopoldo Ayala, que apareció en Poesía Joven de México(4), en el 67, y que después del 68 ha mantenido una postura crítica a los absurdos y abusos del poder. También Mario Raúl Guzmán, que fue parte del movimiento Infrarrealista, aunque se ha reconocido más su trabajo en el ámbito de la crítica. La poeta sinaloense Norma Bazúa, nacida en 1928, que ha desarrollado una obra vasta y de agudeza poética, pero que no ha gozado de la chapa de oro de su tiempo, cabe citar un par de sus versos: Cuando niña quise ser marinero / pero no había entonces mar navegable para mí / no había mar gobernable(5). De Chihuahua, la poeta María Rivera Valdez, nacida en 1954, que ha sido una de las principales impulsoras de mujeres poetas en su entidad y toda la República con el Colectivo Dragón y con Fémina Sapiens, que sin apostar por las becas ha mantenido la constancia de su trabajo durante más de 20 años. Y la iniciativa de Leticia Luna, Aurora Marya Saavedra y Maricruz Patiño con la Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica (pícaras, místicas y rebeldes).
Por otra parte, Editorial Ladrillo, es ejemplo de un proyecto de bajo fondo que en su sencillez muestra la capacidad de permanecer sin escalar la alta torre del éxito. Creada por José Luis de Gante, poeta que apuesta más por la construcción del estilo, que por un ascenso. Obrero, que presenta también la poesía obrera de Bárbara Oaxaca, enamorados de una estética que nada tiene que ver con los futurismos del siglo pasado, sino con la tangible belleza de los que viven trabajando para un Nosotros social. Otra muestra es Letras de Pasto Verde, que ahora se aventura a la tarea de crear la colección El Celta Miserable, donde tratará de abarcar un margen de 50 poetas, que en palabra del grupo editorial “están, han estado y estarán sin temor a equivocarnos, trabajando a lo largo y ancho de nuestro país y más allá arduamente por y con la poesía (...) Publicamos porque se nos continúan hinchando las ganas”(6), argumenta Mario Islasáinz, que encabeza este trabajo “sucio” de tender ropa como hojas en la calle desde hace más de 18 años, al igual que los Poetas en Construcción, de Ciudad Nezahualcóyotl y los Papeles de la Mancuspia y HomoScriptum, de Monterrey. Entre los proyectos recientes, en Tabasco, Molinos de Acentos ha mantenido su postura propositiva y crítica, al igual que en Guerrero, La Tarántula Dormida; Datura Red, en la Ciudad de México, y en una coalición multimedia-poética trasnacional, La Plataforma Chilango-Andaluz (PLACA).
La gama es amplia, al igual que las trincheras donde se actúa. No es un bosquejo de “posibilidades”, sino mundos realizados manifiestos en poesía. No se engloba un estilo homogéneo, sino un colorido escandaloso, parecido al que se forma en la calle cuando todos viajan con sus propias combinaciones rumbo a su destino. La naturaleza de la iniciativa no es aislada, se compagina con otras como el Mapa Poético(7), de Adán Echeverría y Armando Pacheco, donde no es ya la compilación de los que sólo “se quieren entre sí”, sino de los que aceptan también la otredad; lo que les parece antiestético en relación a ellos mismos.
Por esta ocasión son 15 las editoras y 27 los editores que participan; la convocatoria tenía la expectativa de reunir 40 proyectos; sobrepasó lo previsto, gracias a la empatía y sobre todo a la conciencia de que lo independiente o “marginal” no significa estar aislado, y así 42 proyectos se reunieron a pelear juntos. El hombre monta en una cáscara de nuez y enfrenta la furia de los mares(8), proclama María Elena Solórzano.
Un fenómeno atrayente fue que la mayoría de los que editan también son poetas, y por consiguiente, representantes de su embarcación, como conjetura Fernando Reyes: “si las antologías no las hacen los mismos poetas, entonces ¿quién las va hacer?”(9).
Y por último, para comodidad del lector, se han colocado marquesinas que indican página, editorial y poeta, de tal modo que donde se abra la búsqueda, pueda identificarse fácilmente al autor y la editorial que lo ha propuesto. Las fichas biobibliográficas sólo han sido unificadas por fecha y lugar de nacimiento, fuera de eso, los autores y editores son los que han decidido si su presentación es lúdica o formal.
Bien se nos ha dicho que somos poetas y no editores. Nunca lo hemos rebatido. Lo asumimos tal cual es. En este caso, 40 Barcos de Guerra se ha editado sin cielos fijos en las páginas, estos varían de acuerdo a la longitud del poema, pero siempre en balance respecto a los poetas que lo envuelven. En el caso de la caja de texto, está definida en un margen, y dentro de él los márgenes varían, se desplazan sin centro afianzado. Sea este criterio editorial una alegoría poética de un barco en un mar donde la coordenada es un punto oscilante de acuerdo a su destino y su capacidad de enfrentar el oleaje tormentoso.
“Es algo, ciertamente, el poder pintar un cuadro particular —escribe Thoreau(10)— el esculpir una estatua o, en fin, el hacer bellos algunos objetos; sin embargo, es mucho más glorioso el esculpir o pintar la atmósfera, el medio a través del cual nos miramos (…) Influir en la calidad del día, ésa es la más elevada de las artes”.
El Mundo ha llegado a una época donde la guerra se transforma en el bien más preciado de la humanidad: la palabra. Por la cual se reproduce todo un sistema, de la cual brota cualquier realidad, e incluso, se construye la vida entera de un ser humano.
1 Carl von Clausewitz, en su clásica obra De la guerra, pensaba que la guerra moderna es “La continuación de la política por otros medios” y que el fin de la misma era “desarmar al enemigo”, no exterminarlo; de aquí nació el concepto de desarme mutuo, que imposibilita toda guerra y da paso a la política. La guerra sería pues un “acto político”, y esta manifestación ponía en juego lo que él consideraba el único elemento racional de la guerra.
2 Notas sobre algunas antologías de la poesía mexicana, por Miguel Ángel Flores, en Memorias del Tercer Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores. Ediciones de la revista Punto de Partida. México. UNAM. 1984.
3 La palabra samizdat se refiere a toda la escritura que se producía y se hacía circular al margen de lo oficial, sin pasar ningún tipo de censura. Habitualmente, la literatura samizdat se mecanografiaba en papel de poco gramaje y se distribuía de mano en mano. A partir de ahí otros mecanografiaban más copias y las distribuían clandestinamente.
4 Poesía joven de México. Alejandro Aura, Leopoldo Ayala, José Carlos Becerra, Raúl Garduño. México: Siglo XXI, 1967. Fallecieron Becerra en 1970 y Garduño en 1980, aún jóvenes y Alejandro Aura, en 2008.
5 Página 304, selección de Galería Urbana. Del poema Como una manera de ser mar, extraído del poemario A manera de pretexto el mar. UAM-X. México, 1989.
6 De cada título editan 75 ejemplares rústicos. Página web: http://celtamiserable.blogspot.com/
7El Mapa Poético Del silencio hacia la luz consiste en un compendio en CD de poetas nacidos entre 1960 y 1989, que congrega cerca de mil 600 páginas. En palabras de Adán Echeverría: “El proyecto es ante todo producto del interés por la inclusión, (...) cada antologador quiere aparecer como el “sabio responsable” que dicte qué es o que no es poesía. El Mapa quiere romper con eso de un golpe.
8Página 172. Del poema Mesha y Meshiana, selección Ediciones Clandestinas.
9De, Antologías, cofradías y otros escaparates. E-mail de Fernando Reyes. 8 de octubre, 2009.
10La desobediencia civil es el título de una conferencia escrita por Henry David Thoreau que se publicó en 1866. En este escrito Thoreau explica los principios básicos de la desobediencia civil que él mismo puso en práctica: en el verano de 1846 se negó a pagar sus impuestos, por lo que fue detenido y encerrado en la prisión de Concord. Él se justificó explicando que se negaba a colaborar con un Estado que mantenía el régimen de esclavitud y emprendía guerras injustificadas, en aquel caso concreto contra México.
40 Barcos de Guerra es una antología independiente. Se realizó con el propósito de dar una muestra plural de poesía, beneficiada por diversos criterios. No está de más decir que esta propuesta de antologar, concebida por Adriana Tafoya, es inédita al menos en México. No existe registro en donde 42 proyectos independientes de manera autogestiva, contraria a la mente tradicional, se aventuren a conformar un libro de poesía con 42 ópticas diferentes. La selección se llevó a cabo por cada barco editorial, al incluir cuatro poetas relevantes por su calidad poética o ser representativos de su intensión literaria.
Esta es una antología con nombre de guerra —una guerra moderna como planteaba Carl von Clausewitz(1)— que demuestra que el centralismo es un gran hoyo negro y que no hay elementos para negar el inicio de otra lógica para materializar las cosas. La pretensión fue reunir una flota que avanzara hacia la descentralización y la amplitud de cánones, diera a conocer proyectos poco difundidos en la República y que lograra realizar un reto postergado: la alianza de grupos “marginales”, entendidos como independientes, o viceversa. Cabe acotar que se entiende por independencia, la situación de una colectividad que no está sometida a la autoridad de otra y que goza de libertad y autonomía.
Aquí se consolida un libro referencial y de consulta, tanto de proyectos editoriales como de poetas difíciles de reunir en un mismo espacio, ya que se ubican en diferentes entidades del país, entre ellas, Chihuahua, Sinaloa, Sonora, Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Guerrero, Ciudad de México, Chiapas, San Luis Potosí, Monterrey, Guadalajara, Puebla, Michoacán, Estado de México y zonas conurbadas como Ciudad Nezahualcóyotl, Iztapalapa e Ixtapaluca; y nacidos en distintas décadas, que comprenden desde los años 20 hasta los 90. El criterio de selección no se estableció por generaciones temporales, pues el rango se midió por el quehacer o enfoque de trabajo, es decir, en la voluntad autogestiva que une a los poetas y editores que la componen y dan continuidad, por así decirlo, a “una misma generación”.
En la mayoría de los casos son proyectos con pocos recursos económicos para la producción de largos tirajes e incluso tiros cortos. Sin embargo, a diferencia de lo que se podría creer —pues ha dominado el pensamiento durante varias décadas de que sólo se puede subsistir si se va al centro, con subsidios, aliándose con grupos de poder o cuando la economía del país es favorable y hay dinero en “abundancia” para invertir con tranquilidad en las imprentas— 40 Barcos de Guerra comprueba, que aún en tiempos difíciles (como siempre son en nuestro país) se puede desarrollar un proyecto de gran formato, y banalizar la idea aparente en la ponencia escéptica de Miguel Ángel Flores de 1984(2), donde escribe: “Pero cuando nos enfrentamos a un desastre económico, con elevada inflación y contracción de ingreso, la ‘marginalidad’ entre comillas, de golpe se borra, y la verdadera marginalidad, aquella que se emparenta con el samizdat(3) no surge por ningún lado”. A 25 años del comentario se concreta esta flota, y con su nacimiento constata que no sólo pueden producirse frutos solitarios, sino también invaluables alianzas entre editores y poetas para apoyarse y construir conjuntamente.
Lo anterior, no quiere decir que sea vergonzoso recibir ayuda de becas o subsidios, pero sí evidencia que también es loable producir con recursos propios, porque en general, es fácil dejarse llevar por el remolino que arrastra hacia el centro, en contraposición de la dificultad de alejarse del vórtice para generar una corriente propia.
Como ya se mencionó la antología no obedece a una generación, como se ha hecho regularmente, basada en la cronología de los días y años regulares. En todo caso, la generación que aquí se presenta, es una generación que se distingue por lo que comparte: una actitud en la creación que trastoca la realidad. Se puede decir que el carácter mayoritario de los poetas hila en esa postura. Hay poetas que han militado en movimientos o grupos poéticos y que su trabajo es importante, y al mismo tiempo tampoco han “gestionado” su espacio en el Medio Poético y han preferido hacer la vida desde su página de trabajo. Entre ellos Leopoldo Ayala, que apareció en Poesía Joven de México(4), en el 67, y que después del 68 ha mantenido una postura crítica a los absurdos y abusos del poder. También Mario Raúl Guzmán, que fue parte del movimiento Infrarrealista, aunque se ha reconocido más su trabajo en el ámbito de la crítica. La poeta sinaloense Norma Bazúa, nacida en 1928, que ha desarrollado una obra vasta y de agudeza poética, pero que no ha gozado de la chapa de oro de su tiempo, cabe citar un par de sus versos: Cuando niña quise ser marinero / pero no había entonces mar navegable para mí / no había mar gobernable(5). De Chihuahua, la poeta María Rivera Valdez, nacida en 1954, que ha sido una de las principales impulsoras de mujeres poetas en su entidad y toda la República con el Colectivo Dragón y con Fémina Sapiens, que sin apostar por las becas ha mantenido la constancia de su trabajo durante más de 20 años. Y la iniciativa de Leticia Luna, Aurora Marya Saavedra y Maricruz Patiño con la Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica (pícaras, místicas y rebeldes).
Por otra parte, Editorial Ladrillo, es ejemplo de un proyecto de bajo fondo que en su sencillez muestra la capacidad de permanecer sin escalar la alta torre del éxito. Creada por José Luis de Gante, poeta que apuesta más por la construcción del estilo, que por un ascenso. Obrero, que presenta también la poesía obrera de Bárbara Oaxaca, enamorados de una estética que nada tiene que ver con los futurismos del siglo pasado, sino con la tangible belleza de los que viven trabajando para un Nosotros social. Otra muestra es Letras de Pasto Verde, que ahora se aventura a la tarea de crear la colección El Celta Miserable, donde tratará de abarcar un margen de 50 poetas, que en palabra del grupo editorial “están, han estado y estarán sin temor a equivocarnos, trabajando a lo largo y ancho de nuestro país y más allá arduamente por y con la poesía (...) Publicamos porque se nos continúan hinchando las ganas”(6), argumenta Mario Islasáinz, que encabeza este trabajo “sucio” de tender ropa como hojas en la calle desde hace más de 18 años, al igual que los Poetas en Construcción, de Ciudad Nezahualcóyotl y los Papeles de la Mancuspia y HomoScriptum, de Monterrey. Entre los proyectos recientes, en Tabasco, Molinos de Acentos ha mantenido su postura propositiva y crítica, al igual que en Guerrero, La Tarántula Dormida; Datura Red, en la Ciudad de México, y en una coalición multimedia-poética trasnacional, La Plataforma Chilango-Andaluz (PLACA).
La gama es amplia, al igual que las trincheras donde se actúa. No es un bosquejo de “posibilidades”, sino mundos realizados manifiestos en poesía. No se engloba un estilo homogéneo, sino un colorido escandaloso, parecido al que se forma en la calle cuando todos viajan con sus propias combinaciones rumbo a su destino. La naturaleza de la iniciativa no es aislada, se compagina con otras como el Mapa Poético(7), de Adán Echeverría y Armando Pacheco, donde no es ya la compilación de los que sólo “se quieren entre sí”, sino de los que aceptan también la otredad; lo que les parece antiestético en relación a ellos mismos.
Por esta ocasión son 15 las editoras y 27 los editores que participan; la convocatoria tenía la expectativa de reunir 40 proyectos; sobrepasó lo previsto, gracias a la empatía y sobre todo a la conciencia de que lo independiente o “marginal” no significa estar aislado, y así 42 proyectos se reunieron a pelear juntos. El hombre monta en una cáscara de nuez y enfrenta la furia de los mares(8), proclama María Elena Solórzano.
Un fenómeno atrayente fue que la mayoría de los que editan también son poetas, y por consiguiente, representantes de su embarcación, como conjetura Fernando Reyes: “si las antologías no las hacen los mismos poetas, entonces ¿quién las va hacer?”(9).
Y por último, para comodidad del lector, se han colocado marquesinas que indican página, editorial y poeta, de tal modo que donde se abra la búsqueda, pueda identificarse fácilmente al autor y la editorial que lo ha propuesto. Las fichas biobibliográficas sólo han sido unificadas por fecha y lugar de nacimiento, fuera de eso, los autores y editores son los que han decidido si su presentación es lúdica o formal.
Bien se nos ha dicho que somos poetas y no editores. Nunca lo hemos rebatido. Lo asumimos tal cual es. En este caso, 40 Barcos de Guerra se ha editado sin cielos fijos en las páginas, estos varían de acuerdo a la longitud del poema, pero siempre en balance respecto a los poetas que lo envuelven. En el caso de la caja de texto, está definida en un margen, y dentro de él los márgenes varían, se desplazan sin centro afianzado. Sea este criterio editorial una alegoría poética de un barco en un mar donde la coordenada es un punto oscilante de acuerdo a su destino y su capacidad de enfrentar el oleaje tormentoso.
“Es algo, ciertamente, el poder pintar un cuadro particular —escribe Thoreau(10)— el esculpir una estatua o, en fin, el hacer bellos algunos objetos; sin embargo, es mucho más glorioso el esculpir o pintar la atmósfera, el medio a través del cual nos miramos (…) Influir en la calidad del día, ésa es la más elevada de las artes”.
El Mundo ha llegado a una época donde la guerra se transforma en el bien más preciado de la humanidad: la palabra. Por la cual se reproduce todo un sistema, de la cual brota cualquier realidad, e incluso, se construye la vida entera de un ser humano.
1 Carl von Clausewitz, en su clásica obra De la guerra, pensaba que la guerra moderna es “La continuación de la política por otros medios” y que el fin de la misma era “desarmar al enemigo”, no exterminarlo; de aquí nació el concepto de desarme mutuo, que imposibilita toda guerra y da paso a la política. La guerra sería pues un “acto político”, y esta manifestación ponía en juego lo que él consideraba el único elemento racional de la guerra.
2 Notas sobre algunas antologías de la poesía mexicana, por Miguel Ángel Flores, en Memorias del Tercer Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores. Ediciones de la revista Punto de Partida. México. UNAM. 1984.
3 La palabra samizdat se refiere a toda la escritura que se producía y se hacía circular al margen de lo oficial, sin pasar ningún tipo de censura. Habitualmente, la literatura samizdat se mecanografiaba en papel de poco gramaje y se distribuía de mano en mano. A partir de ahí otros mecanografiaban más copias y las distribuían clandestinamente.
4 Poesía joven de México. Alejandro Aura, Leopoldo Ayala, José Carlos Becerra, Raúl Garduño. México: Siglo XXI, 1967. Fallecieron Becerra en 1970 y Garduño en 1980, aún jóvenes y Alejandro Aura, en 2008.
5 Página 304, selección de Galería Urbana. Del poema Como una manera de ser mar, extraído del poemario A manera de pretexto el mar. UAM-X. México, 1989.
6 De cada título editan 75 ejemplares rústicos. Página web: http://celtamiserable.blogspot.com/
7El Mapa Poético Del silencio hacia la luz consiste en un compendio en CD de poetas nacidos entre 1960 y 1989, que congrega cerca de mil 600 páginas. En palabras de Adán Echeverría: “El proyecto es ante todo producto del interés por la inclusión, (...) cada antologador quiere aparecer como el “sabio responsable” que dicte qué es o que no es poesía. El Mapa quiere romper con eso de un golpe.
8Página 172. Del poema Mesha y Meshiana, selección Ediciones Clandestinas.
9De, Antologías, cofradías y otros escaparates. E-mail de Fernando Reyes. 8 de octubre, 2009.
10La desobediencia civil es el título de una conferencia escrita por Henry David Thoreau que se publicó en 1866. En este escrito Thoreau explica los principios básicos de la desobediencia civil que él mismo puso en práctica: en el verano de 1846 se negó a pagar sus impuestos, por lo que fue detenido y encerrado en la prisión de Concord. Él se justificó explicando que se negaba a colaborar con un Estado que mantenía el régimen de esclavitud y emprendía guerras injustificadas, en aquel caso concreto contra México.